Sin lugar a dudas, la mañana que pasamos en Urkizahar Baserria junto con sus jóvenes baserritarrak, Igone y Luisja, fue la más especial y cálida (incluso literalmente, despuntaba la Primavera) de las que pasamos en nuestra corta pero intensa #escapadaeuskadi.
Como siempre, antes de cualquier viaje, nos gusta planificar visitas a pequeños productores o elaboradores. En este caso, después de haber tenido alguna que otra buena experiencia pasada en el mundo de la sidra, teníamos ganas de conocer el del Txakolí. Pues bien, descubrimos que en un rinconcito muy recóndito de la Gipuzkoa profunda o, de hecho, en el mismo corazón geográfico de dicha provincia (Beizama es bien bien su corazón, además de ser de los nucleos más despoblados y altos) se hallaba un proyecto que no hace mucho comenzó a andar: Urkizahar.
Cuando nos pusimos en contacto con Luisja ya me pareció que iba a valer la pena y que nos recibiría de buena gana con los brazos abiertos. No me equivocaba, así fue. Después de dejar Tolosa a nuestros pies, comenzamos a subir por el puerto de Santa Águeda, una carretera preciosa que ladea un pequeño valle donde se halla el nucleo de Albiztur.
Llegamos por fin al pueblo de Beizama, del que destaca y sobresale su Iglesia de San Pedro, y a continuación un pequeño descenso donde en breve daremos con Urkizahar. Llegamos puntuales a nuestra cita. El sitio ya transmite paz, calma, silencio. Nos hallamos en el macizo de Murumendi, en las faldas del Illaun, a unos 500 metros de altura. Vemos bosques pero sobre todo, en primer plano, prados y el viñedo, en pendiente, de Urkizahar. Al fondo,el embalse de Ibai-eder.
Nos sorprende la belleza de la zona, tanto como el hecho de encontrarnos, allí, con viñedos. Será porque tiendo a imaginar el viñedo guipuzcoa junto a la costa cántabra, como es habitual. Nos reciben fantásticamente Luisja y su mujer Igone junto con sus dos hijas. Con él, recorremos los dominios y la historia de Urkizahar. Procede del mundo industrial del metal y el proyecto de Urkizahar tiene alrededor de unos 5 años, tras la rehabilitación del caserío, que había estado abandonado.
Comenzó plantando ya en ecológico, con una producción justita, de unos 600kg de uva el primer año. El 2012 fue la primera cosecha. Nos cuenta que presentó los resultados de su Txakolí a Arzak, para que alguien de fuera le orientara acerca del nivel de calidad del producto, con la agradable sorpresa que le gustó mucho, se incorporó al restaurante, y a partir de ese momento pudo ir distribuyendo por contrastados restaurantes su Txakolí, como por ejemplo Berasategui o Elkano, así como cruzando la frontera a Francia. En Catalunya, Oliviteca (Sant Vicenç dels Horts) lo comercializa.
En 2016 acaba de construir la bodega para albergar la producción de los 7.000 metros de parcela que darán lugar a unas 6.200 botellas (2016), que se incluyen dentro de la denominación Getariako Txakolina, de la cual es la bodega más pequeña y alta. Estas características ambientales, de terruño, junto con el cultivo en ecológico (Luisja tiene claro que "el vino se hace en la viña" y que no cabe otra que vinificar de forma racional) y la técnica del mismo Luisja, otorgan a Urkizahar txakolina unas características propias, genuinas y diferenciadas, que hacen de él un ejemplar único y diferente a los demás txakolines, con identidad propia.
Pese a ser un txakolí ya apreciado por sommelieres y restaurantes de primera división, Luisja sigue experimentando con diferentes procesos de vinificación, como por ejemplo las pruebas con la fermentación maloláctica y en lías. Y es que si bien tradicionalmente se ha asociado al txakolí con el vino del año, podemos comprobar que como mínimo el de Urkizahar está teniendo buena capacidad de envejecer, tal como lo demostraría la cata que posteriormente haríamos.
Vimos toda la nueva bodega, con sus diferentes dependencias. Dimensiones pequeñas pero que año tras año vinifican un mosto de primera que dará lugar a un txakolí de gran calidad, para levantarse la txapela.
Destaca especialmente la sala dedicada al enoturismo y a las catas que cuando hicimos la visita se estaba acabando de construir. Con mucha luz natural gracias a sus enormes ventanales, ya visualizo la sensación de beberse el paisaje desde allí con cada sorbo de Urkizahar, oteando desde lo alto todo el precioso valle hasta perderse en las aguas del Ibai-eder. Un lujazo.
De vuelta al baserri, nos esperaba un generoso almuerzo o hamaiketako que nos había estado preparando Igone. Entre todos compartimos un buen rato charlando de vino, gastronomía, historia, el euskera, el català... siempre entre bocado y bocado de un buen queso, chorizo, bonito, antxoas, pan de una baserritarra vecina y, cómo no, todo ello bien regado con txakolí de la casa Urkizahar. Fue excelente.
Primero probamos el del año, 2016, vendimiado hacia el 12 de Octubre: eléctrico, crujiente, muy fresco, todavía con chispa, extraordinariamente refrescante, bien ácido... buenísimo. Pero para nuestro gusto, todavía más bueno por ser más amable, el 2015, gracias a su reposo en botella, demostrando una buena evolución. Es de suponer que también será de buena evolución el 2016, aunque a la vez será diferente porque parte del txakolí de esta última añada habrá hecho la maloláctica y el trabajo sobre lías. Lo iremos comprobando con las botellas que ya están en nuestra pequeña bodega de casa, esperando su momento y su compañero o compañera de baile.
Plazer bat izan da, un placer Igone y Luisja, mila esker por vuestra buena acogida, por vuestro tiempo, por ese hamaiketako tan rico y, en definitiva, por habernos abierto generosamente las puertas de vuestra precioso baserri, de ese magnífico sitio del que marchamos deseando volver a ver (y beber).
Esta visita a Beizama, a Urkizahar, nos ha dejado buena huella y nos la llevamos para Barcelona tanto en forma de botellas como de recuerdo del buen rato pasado. Osasuna eta beste bat arte!
(Fecha: sábado, 11 de Marzo de 2017)
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